En el bosque encantado las hadas bonitas estaban trabajando en su comunidad, mejorando el medio ambiente cuidando las plantas y flores, para que crezcan mejor y más saludables.
Las hadas son las encargadas de cuidar la naturaleza y tratan de que se mantenga el mejor equilibrio, para que la vida en la tierra sea la mejor para todos sus habitantes.
Una hadita muy curiosa y soñadora que se llama Dulcinea, siempre ha soñado con poder volar en las alturas hasta las nubes de algodón, donde comienza el multicolor arcoíris.
Esta hadita como las demás pueden volar, pero por lo bajo hasta una cierta altura, pero llegar hasta las nubes era una meta casi imposible de lograr para ella.
En tanto que recogía flores de colores en la pradera y las colocaba en su cesta de mimbre pequeña no paraba de soñar, al ver el majestuoso y mágico paisaje con sus nubes pintadas de blanco en un cielo azul.
Dulcinea es una hadita muy feliz y siempre está muy bien predispuesta para hacer su tarea todos los días, es muy querida por su comunidad, porque es muy bondadosa y servicial.
En lo que puede le echa una mano y ayuda a sus compañeras, e intenta que siempre haya entendimiento y buena vibra, para vivir mejor en comunidad.
Las hadas más longevas y las que están a cargo de las comunidades como reinas de las hadas, intentan que todas sus haditas bonitas se mantengan dentro de un radio específico del bosque, para que no se hagan ver al habitante humano.
Esta es una ley muy precisa, porque podrían ponerse en problemas si eran visualizadas por gente común, quizás con no buenas intenciones.
Además, también deben cuidarse de algún villano que siempre intentan hacer lo opuesto, que es destruir la naturaleza, e impedir que el bosque mágico siga creciendo.
En un sector no muy lejano donde se encuentran las hadas bonitas existe una gran comunidad de unicornios, es una pradera mágica en donde el hombre no ha llegado, con sus majestuosos cuernos de unicornio van abriéndose paso en un día primaveral muy hermoso.
Simba es un unicornio muy curioso, tiene dos hermosas alas alrededor de su estilizado cuerpo, y le encanta explorar lugares nuevos, para luego compartir sus experiencias con sus amigos los unicornios.
Un lugar en el que siempre sale a jugar son las nubes de arcoíris, se siente muy feliz de poder volar a gran altura, en donde puede ver toda la pradera desde lo alto.
Los unicornios más longevos siempre le advierten de que no debe atravesar ciertas zonas, porque de esa manera podría ser divisado por los hombres y acarrear mayores problemas.
Los unicornios son muy buscados, porque sus cuernos son mágicos y tienen muchos poderes, con lo cual, hay cazadores que intentan capturarlos para quitarles el cuerno y luego venderlos en el mercado.
Los unicornios hermosos solo caen resistidos hacia una doncella virgen, esa es una gran debilidad, toda alma pura es de su agrado, sin embargo, en muchas ocasiones ciertos adversarios utilizan a estas castas adolescentes como cebo, para atraerlos y luego cazarlos.
Con todo esto sabido por parte de Simba un joven y elegante unicornio alado, sale como es habitual con todos sus recaudos hacia una nueva zona de exploración permitida.
En esta ocasión se dirigía a una zona noreste de donde están residiendo, y es justamente en donde están viviendo en comunidad nuestras amigas las haditas bonitas.
Realizando giros sobre la izquierda y derecha, e impulsándose desde arriba y hacia abajo a modo de piruetas, sale a volar por los cálidos aires del bosque encantado.
Muy cerca estaba recogiendo sus florecitas Dulcinea, que ya tiene a media canasta una serie de multicolores flores muy frescas, que adornarán su nuevo jardín de hadas.
En tanto estaba Dulcinea recogiendo florecitas en lo alto, y vió como revoloteaba en las alturas una especie de pájaro gigante, en un momento sigue observando y veía que se acercaba hacia ella.
Simba no paraba de hacer piruetas con sus enormes y blancas alas, ya sorprendida Dulcinea queda perpleja al divisar que no se trataba de un pájaro gigante, sino que era un hermoso unicornio alado que estaba sobrevolando el bosque.
A medida que se acercaba Simba, desciende un momento y se predispone a caminar por el fresco y aromático bosque, un lugar paradisiaco y majestuoso, al mismo tiempo muy tranquilo y apacible.
Dulcinea estaba maravillada, porque por primera vez estaba viendo de cerca a un unicornio, se incorpora con sus pequeñas alitas sobrevolando una cierta altura, y se encuentra cara a cara con Simba.
El unicornio también está sorprendido al verla volar muy pequeñita y expresa:
– Oh una hadita! Con una bella sonrisa la hadita le dice:
– Eres un unicornio! Sin ninguna expresión de miedo por parte de los dos entablan un amistoso dialogo.
– ¿Cómo te llamas? le dice el unicornio a la hadita.
– Dulcinea, y tú?
– Mi nombre es Simba, le dice el unicornio con cara de fascinado.
– Es la primera vez que veo un hada en el bosque. Le comenta Simba.
– También es para mí la primera vez de poder ver de cerca a un unicornio, le responde Dulcinea.
– Tu vives por aquí? Le pregunta el unicornio.
– Si, estoy cerca de aquí, me predispuse a recoger unas florecitas para mi jardín de hadas.
– Fantástico, le responde Simba.
Muy ansiosa y curiosa la hadita le pregunta:
– Tu vives cerca de aquí?
– A unos cuantos kilómetros, es que comencé a jugar con mis alas y llegué a este lugar que no había venido anteriormente. Le responde Simba.
– Me atrajo el dulce aroma de las flores y me predispuse a explorar. Le comenta el unicornio.
– Que bueno! Le dice Dulcinea.
– ¡Yo cuando te vi sobre el cielo pensé que eras un gran pájaro, nunca me imaginé que iba a conocer a un unicornio de verdad!
Y así estuvieron nuestros amigos la hadita y el unicornio, hablando muy amablemente, y muy sorprendidos por haberse conocido.
– ¿Qué se siente volando a tanta altura? Le pregunta Dulcinea.
– Una total libertad!, además casi no se percibe ningún ruido. Le responde Simba.
– Debe ser maravilloso poder volar sobre las nubes de arcoíris. Le comenta fascinada Dulcinea.
– Así es, las nubes de algodón son muy suaves, y percibes un rocío fresco de agua sobre el rostro que es muy bonito. Le afirma Simba.
Dulcinea le expresa: – Yo puedo volar muy bien, pero a cierta altura, pero nunca como lo puedes hacer tu.
El unicornio con cara de pensativo le pregunta: – ¿Alguna vez has volado sobre las nubes?
Decepcionada Dulcinea le responde: – No, aun no, y es mi mayor anhelo poder volar sobre las nubes de arcoíris.
Simba se incorpora y le propone: – ¿Te gustaría acompañarme a un paseo por las alturas y de paso conoces de cerca las nubes de arcoíris?
Con cara de fascinada Dulcinea le dice: – ¿En serio me dices? ¿tú me podrías llevar a volar en lo alto?
– Claro que sí! Le responde entusiasmado Simba.
– Maravilloso! Le expresa Dulcinea tocándose el rostro con las dos manos e ilusionada, tiene la oportunidad de poder cumplir sus sueños.
Simba le pregunta: – ¿Pero tu familia te permitirá que me acompañes? Con cara de duda.
Dulcinea con una gran afirmación le responde: – Claro que sí!, bueno… tal vez… Poniendo cara de duda.
– ¡Que no se diga más, entonces preparémonos para viajar hacia las nubes de algodón de arcoíris! Expresa Simba con voz victoriosa.
– ¿Podré llevar mi canasta con flores? Le pregunta Dulcinea al unicornio.
– Por supuesto que sí! Le exclama Simba.
– Además tus florecitas quedarán rociadas por el agua pura que se encuentran en las nubes! Le comenta Simba a la hadita.
Super feliz de poder concretar su sueño Dulcinea se apresta para montar sobre el unicornio alado, que la llevara de paseo a una altura que siempre ha querido llegar, y que ahora ese sueño de hada puede ser realidad.
-Monta sobre mi Dulcinea! ¡que vamos de viaje a las nubes de arcoíris! Anuncia a viva voz el unicornio.
Muy entusiasmada Dulcinea monta el unicornio.
– ¡Ya estoy lista Simba, que ilusión! ¡Vamos hacia las nubes de arcoíris! Grita a viva voz.
Comienzan a volar por la pradera haciendo un sinfín de piruetas por el aire como acostumbra Simba.
– Arre unicornio! Exclama Dulcinea.
-Siiii, allá vamooooss!! Grita entusiasmado el unicornio, que lleva a su nueva amiga a volar a lo alto.
En tanto cerca de allí se encuentra un cuervo que se llama Kenai, con un desprolijo pelaje negro, siempre de mal humor, estaba posado en lo alto de un pino.
Kenai, comenzó a escuchar voces que venía del oeste, una leve brisa lo envolvía con una onda sonora que se iba acercando sobre él.
En tanto la hadita y el unicornio venían disfrutando de su divertido viaje, que iba surcando los cielos sobre la pradera en un hermoso día de sol.
Rápidamente los divisa Kenai al unicornio y su compañera, y se apresta a interceptarlos.
A medida que Dulcinea y Simba iban en la dirección de Kenai, de pronto escuchan un zumbido sobre ellos, y era un vuelo rasante del cuervo negro Kenai.
Sorprendidos la hadita y el unicornio se sorprendieron y acallaron sus voces, porque no sabían que había sido lo que paso a toda velocidad sobre ellos.
En un momento Simba detiene su marcha y piruetas y queda suspendido sobrevolando mirando para todos lados, la hadita le dice:
-Por allí Simba! Apuntando sobre sonde estaba Kenai.
Y allí estaba con cara de enojado Kenai enfrente de ellos y les dice:
-Pero que es toda esa fanfarria en mi territorio!
Amablemente Dulcinea le dice:
-No quisimos molestarte, solo nos dirigimos a las nubes de arcoíris.
-Ah sí! Le dice fastidiado Kenai.
-No debieron venir por aquí, además no les permitiré llegar a las nubes de arcoíris. Le dice muy convincente Kenai.
-Y por qué no nos dejarás pasar? ¿Acaso eres el dueño de este espacio aéreo? Le refuta el unicornio con cierta impaciencia.
-Como les dije, este es mi territorio y nadie puede volar sin mi autorización, le responde redoblando la apuesta Kenai.
-No me hagas reír cuervo! Le dice Simba y le advierte:
-Iremos ya mismo!, ¡no necesitamos tu permiso!
Tratando de disminuir la discusión Dulcinea intenta crear una conversación más calmada.
-No quisimos molestarte amigo, solo haremos un breve paseo y nos marcharemos, le dice amablemente Dulcinea.
En su misma posición y levantando la voz Kenai le responde:
-Que no! ¡Nadie pasa sin mi autorización!
-Ah mira tú! Le dice de forma burlona Simba.
-Mira detrás tuyo! Le dice Simba a Kenai apuntando hacia el horizonte.
Kenai se da vuelta y cuando lo hace Simba continua a toda velocidad a tomar altura de vuelo.
Furioso Kenai sale a su persecución y le dice:
-¡Deténganse, no pueden sobrevolar esta zona porque es mía! Le exclama gritando y persiguiéndolos.
-Simba riéndose comienza hacer sus piruetas con sus alas. En tanto Dulcinea iba agarrada de sus crines sorprendida y confundida de esta interacción que tuvieron con Kenai.
El cuervo intento darles alcance, pero fue en vano, el unicornio era mucho más veloz, y además podía alcanzar una altura que el cuervo no podía lograr.
De todos modos, Simba comenzó a divertirse sabiendo que la ventaja era desigual, y lo mareo todo el tiempo volando y girando sobre el cuervo.
Finalmente, Kenai se cansó y dejo de perseguirlos, era imposible frente a la habilidad mágica del unicornio.
Luego de las intrépidas persecuciones por parte del cuervo, Simba había alcanzado gran altura, y el rocío de las nubes estaban humectando el rostro de Dulcinea que estaba fascinada.
En un viraje del unicornio se dirigió hacia el arcoíris multicolor y era una vista bellísima, que los ojos de Dulcinea no podían describir tanta sutileza y belleza que se encontraba frente a ella.
Todo se veía pequeño desde lo alto hacia la tierra, el silencioso sonido de estar a tanta altura creo una atmosfera inédita para Dulcinea, estaba experimentado algo único y mágico.
-Wow! Expresaba la hadita deslumbrada por estar por encima de las nubes de algodón, y encandilada con las luces multicolores del arcoíris.
-Que belleza! ¡Es tal como me lo imaginé! Exclama Dulcinea.
-Sabía que te encantaría! Le responde Simba.
Y estuvieron varios minutos volando, haciendo piruetas y recorriendo diferentes alturas, cruzando sobre el arcoíris unicornio, como si se tratase de un parque de diversiones.
Extasiada de tanta belleza y de haber cumplido su sueño, Dulcinea le agradece a su nuevo amigo Simba por haberla hecho vivir un momento maravilloso.
La hadita invita al unicornio a que regresen, y que venga a conocer a la comunidad de las hadas en el bosque, lo cual Simba se ilusiona y acepta emprendiendo el viaje de regreso.
En un apacible vuelo Dulcinea disfrutó cada momento encima de su nuevo amigo el unicornio, admirando la bellísima vista desde lo alto sobre el bosque y la pradera.
Descienden sobre el majestuoso bosque de las hadas, se percibe una aromática esencia de perfume floral, donde las mariposas posan con sus multicolores alitas enmarcando un paisaje paradisiaco.
Dulcinea se adelanta unos centímetros sobre Simba sobrevolando con sus frágiles alitas, y lo guía sobre un sendero hacia la comunidad de hadas, Simba disfruta cada momento en el encantado bosque que nunca había conocido.
Al subir un pequeño desfiladero podía observar una vista única de ensueño, sobre la pradera se podía ver un castillo rodeado de haditas que estaban realizando sus labores.
-Wow! Exclamaba extasiado Simba al ver tan bello panorama, y a paso lento con Dulcinea por delante fueron llegando frente al castillo de las hadas.
Todas las haditas se detuvieron al ver a Simba el unicornio llegar junto a Dulcinea, y lo recibieron con gran alegría, en ningún momento se sintieron invadidas.
Simba pudo ver que las hadas existen de verdad, y que están viviendo en comunidades como también lo hacen los unicornios hermosos, alejado de la mano inicua de los hombres, conservando toda la pureza y la nobleza como en los principios.
Un lugar paradisiaco donde reina el bien y las buenas convivencias, donde todo es posible y las recompensas son grandes, a partir de las buenas acciones que realizan.
La hadita Dulcinea junto a su nuevo amigo el Unicornio Simba estuvieron recorriendo todo el majestuoso bosque de las hadas, y disfrutando en cada momento de un lugar agradable, seguro y confiable.
Luego de haberlo presentado a toda la comunidad de las hadas, Simba comienza a preparar el regreso a su casita de los unicornios, y la invita a Dulcinea a conocer también su majestuosa comunidad en el mundo de los unicornios, que estaba no muy lejos sobre la verde y florida pradera.